En mi trabajo no realizo diagnósticos y por tanto no soy yo la encargada de proporcionárselo a los padres.
Es frecuente que los padres hablen de lo duro que fue recibir el diagnóstico. Lo triste es que casi nunca es por el trastorno en sí, sino por la actitud de la persona que lo proprociona: falta de empatía, aires de superioridad, incapacidad para trasmitir esperanza, culpabilización…
No soy la primera en hablar de esto, podéis encontrar referencias en el blog de Rocío Sotillos, la tribu de los superpapas; o en el Viaje de Jimena.
Como decía, no tengo experiencia en ello; sin embargo repasando documentación de congresos y seminarios a los que he asistido me topé hace unos días con estas claves proporcionadas por las psicólogas de Aiteal. Me parecieron tan buenas que he querido recogerlas en un esquema porque me parece que pueden ser útiles.
