Madrechillona (Jutta Bauer, ed. Lóguez) es un cuento sencillo pero impactante. Es uno de esos libros que con muy poco te dice muchísimo, y sobretodo, de los que deja una huella y un mensaje profundo prácticamente sin que nos demos cuenta.
A nosotros nos lo recomendó la maestra del peque, un día mientras hablábamos de la importancia de pedir perdón, no como un acto social sin profundidad, sino como el reconocimiento real de que nos hemos equivocado al actuar de un modo concreto.
La mayoría de padres de hoy en día, preocupados por la educación y la salud mental y emocional de nuestros hijos somos conscientes de que gritar es una de las “típicas cosas de padres” que debemos evitar, y sin embargo es muuuy díficil controlar la voz después de repetir varias veces lo mismo, después de ver como se pegan entre los hermanos, cómo hacen algo peligroso… No somos perfectos, nos equivocamos, y está bien pedir perdón. Porque en contra de lo que piensan algunos acerca de mostrar debilidad ante los niños, creo que cuando nos equivocamos y se lo decimos les enseñamos una valiosa lección: la humildad y la autocrítica; algo de lo que solemos andar faltos…
Pues para mí MadreChillona respalda todo esto y proprociona una buena oportunidad para dialogar con los peques.
Nosotros lo leemos con el de 3 y medio y lo entiende muy bien, adaptando la conversación y las explicaciones a su edad; y sin contarle cosas que él no pregunta… a veces pregunta mil y a veces lo escucha y ya está. Las dos opciones son válidas.
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