Cuando alguien habla sobre nuestro trabajo y lo critica… ¿donde nos duele? ¿En el hecho de habernos equivocado? ¿En el orgullo? ¿En la autoestima? ¿En la profesionalidad?
A menudo en estas ocasiones nos quedamos en las formas. Es que claro si me lo dices con esas formas… ¿cómo no me voy a ofender? Y claro quedándonos ahí no es necesario que hagamos más trabajo personal, la responsabilidad es del otro por hablarnos mal.
Pero… ¿Y si pensamos mas allá de nuestro orgullo herido? ¿Y si somos capaces de pensar en el hecho y no la forma? ¿Cuántas veces de las que nos dicen (incorrectamente, de malos modos o directamente de forma maleducada) algo que hemos hecho mal, somos capaces de reconocerlo?
Hace poco me pasó algo, alguien me dijo que lo que había hecho no estaba bien hehco y que así no ayudaba. Me lo dijo de forma bruca, y lo primero que pensé fue “¿encima? Esta tía es tonta” Pero luego pensé, racionalicé y fui capaz de sobreponerme al dolor en el orgullo y decir… bueno espera, si yo ya sé que esto que he hecho no es lo mejor que podía hacer, si ésto que me recrimina, en el fondo ya lo se…
Entonces, ¿porque no reconocerlo? Creo que es la única manera de aprender, dejar de mirarnos el ombligo y mirar hacia fuera…
Cada día aprendo más, cada día agradezco más estar rodeada de gente que me enseña y que quiere aprender.